En tiempo de radios y caballos (por Felix Meiller) En esta parte de las pampas y en casi todos los pueblos y ciudades existían hoteles que daban para sus pasajeros o para circunstanciales parroquianos, almuerzos y cenas con un menú fijo e inamovible. En algunos casos sólo era una de las dos principales comidas. Cuando llegaba algún comensal, o grupo de comensales, se elegía mesa sin ningún conserje, maître o jefe de mozos que ayude en la tarea, de modo que supongamos una pareja buscaba una mesa pequeña y de no haberla, debía compartir una con siete u ocho personas más. La mayoría personas muy de campo, que dejaban estacionados sus carruajes, o caballos afuera, atados sus cabestros a argollas dispuestas en el piso, algunos maneaban sus bestias para que estas no intentaran abandonar el lugar por su cuenta en caso de que algo las asuste y encabrite. Cabe explicar que quienes más se sentaban a las mesas era personal ocupado en el campo, que cada semana o 15 días, dep...